Con información de www.elespectador.com
Los primeros casos se detectaron en 2014 y desde entonces se han incautado unos trescientos colmillos, principalmente a través de Ecobol, la antigua empresa nacional de Correos de Bolivia.
“Se enviaban a través de Ecobol como encomienda con destino a China, de manera más camuflada en osos de peluche, en cajas de chocolates”, explica a Efe Walter Andrade, director de la Policía Forestal y de Medio Ambiente de Bolivia (POFOMA).
No obstante, Andrade desvincula el aumento de ciudadanos chinos en Bolivia con la aparición del tráfico de colmillos de jaguar, un producto muy codiciado en el país asiático.“El tráfico de colmillos no siempre implica la inmigración de chinos, eso es falso. Solamente son unas cuantas personas, que como en cualquier lugar, no todas las personas son buenas”, subraya el coronel.
El apreciado felino
Aunque todos los envíos iban con destino a China, donde los colmillos representan un status de poder y se consideran un afrodisíaco, la base de la red “está formada por bolivianos”, destaca Andrade. “Cualquier persona se animaba, se estaba pagando 2.000 bolivianos (unos 300 dólares) para arriba por cada colmillo. En Bolivia por esa cantidad de dinero, muchas personas se animan a ir a cazar, sin ser cazadores”, relata.
Un cazador puede obtener por cada jaguar, por los colmillos y otras partes del animal que se aprovechan para otros fines, como el cráneo o la piel, un beneficio de unos 40.000 bolivianos, casi 6.000 dólares, en un país en el que el salario mínimo no alcanza los trescientos dólares, según cálculos de la Policía Forestal.
El tráfico ilegal
En este tiempo el modus operandi de los traficantes ha cambiado tras las medidas preventivas del Gobierno boliviano, que impulsó mayores controles en aeropuertos y envíos de mercancía.
“En 2015 enviaban abiertamente paquetes con colmillos a China por correo, ahora lo hacen a través de otros medios como la carga personal de ciudadanos. Es una hipótesis que estamos formulando en función a otros reportes”, declara a Efe Rodrigo Herrera, asesor jurídico del Ministerio de Medio Ambiente y Agua.
La POFOMA tiene constancia de apertura de nuevas rutas por Desaguadero, uno de los puntos fronterizos entre Bolivia y Perú, aunque el aeropuerto de El Alto, ciudad vecina a La Paz, continúa siendo el principal medio de transporte, según el Ministerio.
“Nuestra ruta identificada aérea no atañe al Perú, hemos identificado la ruta La Paz-Miami-París-Beijing (Pekín)”, puntualiza Herrero.
Un riesgo muy rentable
Aunque se han cerrado una veintena de condenas por tráfico ilegal con una media de tres años de prisión, la cifra que “no disuade” a los cazadores ni traficantes al ser un “riesgo muy rentable”, según el asesor.
El jaguar es el mayor felino de Bolivia y habita en zonas tropicales del país como el Parque Madidi, considerado el de mayor biodiversidad del mundo, en la Amazonía boliviana. “Esos lugares, estamos hablando de miles y miles de kilómetros cuadrados, es imposible un control permanente del lugar”, destaca Andrade.
El control aéreo está descartado ante la vasta vegetación de los bosques tropicales, por lo que la Policía Forestal realiza incursiones en vehículos o a pie tras un laborioso trabajo de inteligencia.“Primero se hace un trabajo de inteligencia y de acuerdo a la información que se tiene, nos trasladamos. No nos aventuramos a hacer operativos en cualquier lado. Vamos a lo seguro”, añade.
Desde que comenzó la caza furtiva de jaguares, estos han disminuido un 30 por ciento en Bolivia, según información del coronel Walter Andrade. El Ministerio realiza campañas de sensibilización y capacitación cada año, a las que destina unos 100.000 dólares, para frenar el aumento de la caza de jaguares.
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